O
periodista e escritor José María Guelbenzu, obriga á xuíza Maria de Marco, protagonista
dunha interesante serie de novela policíaca, a facer deporte tras un traslado
profesional e por unha cuestión de quilos.

(…)
El frío la estimuló. Corría a buen ritmo, sin forzar la velocidad, cuidando la
respiración. Había tomado la costumbre de hacerlo de lunes a viernes, a poco de
amanecer; corría durante una hora y después regresaba a casa, tomaba una ducha
y un desayuno fuerte y salía hacia el Juzgado.
(…)
Se había aficionado a correr a poco de llegar a G… Fie como una iluminación
repentina porque a ella nunca le pareció ni medio sensata la práctica del
jogging, a pesar de que las películas americanas parecía deducirse que se
trataba de un ejercicio reservado a jóvenes esbeltas y glamurosas, porque la
dura realidad española mostraba otro tipo de participantes que, salvo excepción
de esa clase de gente atlética que nunca falta, más bien parecían estar tirando
de sí mismos, desmadejados, sin resuello y con las piernas torcidas. Todo
empezó por un problema de báscula que, aunque ella se cuida bien, le confirmó
que su profesión era demasiado sedentaria; además se hallaba en ese trampo de
edad en el que ya no se queman energías con tanta facilidad como en los años
jóvenes…"
J.
M. Guelbenzu. Un asesinato piadoso. Barcelona, Punto de lectura, 2011, páx. 71-73
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