Fragmento da última novela publicada en castelán de Camilla Läckberg.
"El aire frío le rasgaba la
garganta. Le encantaba aquella sensación. Todos pensaban que estaba loco cuando
salía a correr en pleno invierno, pero él prefería salir a correr las millas
que se proponía con el frío del invierno, que hacerlo con el agobiante calor
estival. Y así, en fin de semana, aprovechaba para correr una vuelta más.
Kenneth echó una ojeada al reloj
de pulsera. Tenía incorporado todo lo que necesitaba para que el entrenamiento
le rindiera al máximo. Pulsómetro, contador de pasos, incluso tenía allí
almacenados los tiempos de los últimos entrenamientos.
El objetivo era ahora la Maratón
de Estocolmo. Había participado ya dos veces con anterioridad, en la Maratón de
Copenhague. Llevaba veinte años entrenándose y, si le daban a elegir, le
gustaría morirse dentro de veinte o treinta años, en plena carrera. Porque la
sensación de estar corriendo, de que le volaban los pies por encima del suelo
con un golpeteo acompasado, a un ritmo constante que al final parecía fundirse
con los latidos del corazón, esa sensación no se parecía a ninguna otra.
Incluso el cansancio, la sensación muda de las piernas cuando el ácido láctico
se dejaba notar, era algo que había aprendido a apreciar cada vez más a medida
que pasaban los años. Cuando corría, sentía la vida dentro de sí. No se le
ocurría otra forma mejor de explicarlo.
Al acercarse a su casa, empezó a
aminorar el ritmo. Siguió dando saltitos sin moverse del sitio justo delante de
la escalinata y luego se agarró a la barandilla para estirar los músculos de
las piernas. El vaho se le quedaba suspendido delante de la cara y se sintió
limpio y fuerte después de dos millas a un ritmo más o menos rápido".
Camila Läckberg. La sombra de lasirena. Madrid, Maeva, 2012, páx. 64 e 65.